jueves, 21 de mayo de 2009

La Conversación (1974) de Francis Ford Coppola.



«Cuando veo a uno de esos pobres viejos, siempre pienso lo mismo: pienso que una vez fue un niño pequeño, que tendría un padre y una madre que le querrían mucho. Y ahora, mírale derrumbado en un banco callejero. ¿Dónde está ahora su padre, su madre, su familia?»

Este comentario de un personaje femenino de la película de Francis Ford Coppola me intrigó siempre. Esta reflexión simple e inocente me dejó en un estado de obnubilación.
“La conversación” es un thriller de suspense donde el espía profesional Gene Hackman recibe el encargo por parte de un magnate de investigar a su joven esposa. Las escuchas sobre las vidas ajenas cobran la dimensión de traumas personales, de experiencias miserables. Se suceden diversas estrategias en ese territorio del espionaje secreto y se van desgranando las historias desde diversos puntos de vista. Lo particular está en peligro y los enfoques sobre las cosas se esconden y afloran como en todas las guerras humanas.
Esta conversación enarbolada al principio de este post me provocó desazón y una suscitada y permanente controversia. La observadora imparcial, desde la lejanía de una posición privilegiada, se percataba de la existencia de los “Homelessness”. Me conmovió sinceramente. Pienso en esa imagen sutil de un padre y una madre que quieren mucho a su hijo. En definitiva, en las mismas cosas que tu.

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