domingo, 30 de noviembre de 2008

El rayo verde de Julio Verne. Capítulo Primero.


-Buenos días, tío Sam –dijo.
-Buenos días, querida hija.
-¿Cómo vas, tío Sib?
-¡Perfectamente!
-Elena –dijo el hermano Sam-, tenemos que arreglar un asunto contigo.
-¡Un asunto! ¿Cuál asunto? ¿Qué habéis tramado? –preguntó miss Campbell, cuyas miradas, un tanto maliciosas, se dirigían sin cesar a uno y a otro.
-¿Conoces a ese joven, el señor Aristobulus Ursiclos?
-Le conozco.
-¿Te desagrada?
-¿Por qué había de desagradarme, tío Sam?
-En ese caso, ¿te agrada?
-¿Por qué ha de agradarme?
-En una palabra, mi hermano y yo hemos resuelto, después de maduras reflexiones, proponértelo para marido.
-¡Casarme! ¡Yo! –exclamó miss Campbell soltando la carcajada más estrepitosa que jamás habían repetido los ecos de la galería.
-¿No quieres casarte? –dijo el hermano Sam.
-¿Para qué?
-¿Nunca…? –dijo el hermano Sib.
-Nunca –repuso miss Campbell adoptando un aspecto serio que desmentía su boca sonriente-. Nunca, tíos míos…, hasta que no haya visto…
-¿Qué? –preguntaron el hermano Sam y el hermano Sib.
-¡Hasta que no haya visto el Rayo Verde!

No hay comentarios: